Lo que antes parecía un privilegio o alternativa reservada para algunas empresas, sobre todo las más grandes, hoy se convierte en una obligación para todas, sin importar el tamaño, sector o país donde se desempeñen.
La transformación digital ha llegado para quedarse y quienes sigan resistiéndose a esta realidad –que ya dejó de ser moda- corren el riesgo de quedar rezagados, o incluso desaparecer del mapa.